martes, 20 de mayo de 2008

El tren de las 10 horas y treinta minutos ...

Uno de los ejercicios fisicos que me propuse fué andar dos horas cada día. Salgo de mi casa sobre las nueve de la mañana, tengo varios itinerarios, posiblemente mi preferido sea subir por la carretera hasta el puente de Esplugas, continuar por la ciudad satélite, bajar hasta el Parque de Can Mercader, El Corte Inglés, Avda. Ferrocarriles Catalanes, el castillo de Cornellà y de nuevo en mi casa. Para llegar al parque hay que bajar por la torre de la Miranda por unos jardines paralelos a la via del tren, por cierto no hay ninguna valla metálica de protección, hay personas que de una forma temeraria cruzan las vias, más de una vez el tren les pita anunciandoles su presencia. Cuando coincidimos, él por su via y yo por mi camino, se siente el viento como si te quisiera atraer y uno piensa, que rápido.
Hay quien me aconseja que escuche música, pero no, mientras camino mi mente no para de pensar, en el ayer, en el hoy, en el futuro, en vivencias de mi vida, en mi familia. Que gran familia tengo, todos me dan su apoyo, su ánimo, cada uno de una forma distinta pero todos con el mismo cariño, saben lo que tengo, no me lo recuerdan para no entristecerme, pero me transmiten en silencio que cuando llegue lo peor todos estaran conmigo.
Que gran familia, por ellos debo luchar hasta el final, vencer a la enfermedad si es posible, se lo merecen. Debo vivir para ellos, porque ellos viven para mí.
Pasa de nuevo el tren, que rápido...
Que gran familia tengo...

lunes, 19 de mayo de 2008

Una más, la ultima...

Junto con el Rilutek me recetaron tres capsulas al día de vitamina E. Al mes aproximadamente apareció una pequeña erupción en la piel de mi mano, no recuerdo en cual de ellas. Llamamos a mi doctora de Bellvitge, me da hora para el mismo día. Me observa la mano, era el primer caso, debía ser una reacción debida a uno de los dos medicamentos, pero cual ? Prefiere que me vea la doctora especialista del departamento de dermatología. Su diagnóstico coincide con la doctora que lleva mi enfermedad, posiblemente sea debido a un exceso de vitamina E. Finalmente me visita el director jefe del departamento de neurología, su visita fué muy importante para mí. Me hizo quitar la ropa, examinó todo mi cuerpo, daba toques en mis extremidades superiores, inferiores, en el pecho, la espalda y una vez terminó me dice: Vd. de joven debió haber hecho mucho deporte, sí le respondo, jugué a baloncesto, tenis. A pesar de su enfermedad está fuerte, su evolución en la enfermedad será lenta, aunque para mí sea lenta para Vd. será rápida. Le pregunto cuanto de lenta, no puede contestarme, depende de mí cuerpo. Y yo me pregunté, que puedo hacer? No lo sé, fué la primera vez en mi vida que no tenía una respuesta. Aquella sensación de impotencia se transformó en rábia, odio, no podía solucionar mi problema. Como respuesta mis ojos rompieron a llorar, pero esta vez no fué por debilidad, fué como la erupción de un volcan que escupe
todo su odio. El doctor, conocedor de estas situaciones, pegó un fuerte golpe en la camilla, mi reacción fué inmediata, se apagaron las lagrimas.
La solución a la erupción cutánea fué una dósis menos al día de vitamina E. Se me fué.
Llegamos a casa, me miré en el espejo, recordé las palabras del doctor, me reí, no sé porqué, pero sí me juré a mi mismo tres cosas, nunca más lloraría, nada ni nadie me privaría de reir siempre y que lucharía contra la enfermedad haciendo ejercicios físicos como cuando hacía deporte, pero con el asesoramiento de una fisioterapeuta. Cada día los hago, la evolución continua siendo lenta.
A Dios rogando y con el mazo dando.

martes, 13 de mayo de 2008

Solamente una vez...

La doctora con una prudencia extremada, pero de una forma muy clara, nos iba explicando lo delicado de la enfermadad. Si no hubiese sido por lo que ya conocíamos posiblemente no nos hubiese parecido tan cruel. Al ser una enfermedad degenerativa, incluso creo hubiese dosificado las explicaciones a medida que esta fuese avanzando, por lo menos a mi, no a los familiares, pues en estos casos se les explica toda la verdad y creo que debe ser así. Con una gran serenidad Carmen y yo la estábamos escuchando. A Carmen se le nublaron los ojos, pero las lagrimas no llegaron a caerse por sus mejillas, como siempre aguantó, es fuerte.
Salí del despacho de la doctora con la etiqueta de enfermo crónico de E.L.A., con una receta para recoger en la farmacia de Bellvitge las primeras pastillas de Rilutex.
Fué el día más triste de nuestras vidas. Cae la noche, llega el sueño, pero como si el frescor de las sabanas rompiese la tensión de todo el día nuestro cuerpo y nuestra mente se debilitan de golpe, es como pasar de cien a cero.
Ya no podemos contener las lagrimas, como un pantano a rebosar caen por nuestras mejillas, con una pregunta sin respuesta, la de siempre, porqué yo.
Lentamente vamos hablando, mientras el pantano se va vaciando. Una vez vacio nos proponemos no caer de nuevo en la debilidad, no llorar más, solo siendo fuertes venceremos, unidos siempre para lo bueno y para lo malo.
Dormimos toda la noche, al día siguiente como todos los días hasta hoy nos sentímos fuertes, fisicamente y mentalmente.
Solamente una vez lloré...