lunes, 22 de diciembre de 2008

Deberíamos poder...

Deberíamos poder decidir si ser,o no ser, si continuar ausentes sin futuro perdidos en la inmensidad silenciosa, o pasar de forma efímera por este mundo. Pero no, no podemos evitar que dos cuerpos llevados por una atracción mutua o por una violación cruel se unan por amor o por sexo. No podemos evitar que en su éxtasis final uno entre millones de espermatozoides fecunde un óvulo que va germinando día a día durante nueve meses. Sin poder decidirlo nos expulsan del que había sido nuestro espacio solitario conectado al mundo exterior por un cordón, nos despiertan con un cachete para darnos la vida, que mal empezamos, debemos llorar para demostrar que estamos vivos, sino lo hiciésemos nos devolverían a este espacio silencioso, ausente, pero no, una simple palmada nos permite pasar de un mundo de letargo del cual venimos a un mundo de maldad, odio, dolor y amor, sin poder decidir si lo queremos o no. Deberíamos poder escoger que nuestra piel fuese blanca, negra o amarilla, si nacer en un país cálido o frío, en una familia rica o pobre, deberíamos poder elegir tantas cosas para vivir y una sola para morir, morir dignamente.
La muerte, este don necesario para que nuestro cuerpo vuelva al polvo, se esparza, desaparezca y volvamos a este espacio silencioso y ausente del cual un día salimos. Le deberíamos poder exigir que fuese justa, que fuese digna. Cuando nuestra muerte no quiere llegar y nuestra mente la desea, cuando nuestro cuerpo está enfermo, inmóvil, cuando solo podemos reír o llorar, no nos permite nada más, cuando dependemos de unas manos ajenas que por amor o por servicio nos dan de comer, nos limpian nuestro cuerpo, nos cuidan como un recién nacido, deberíamos poder ordenar a nuestro cerebro, este centro emisor y receptor perfecto, lo que las leyes no nos otorgan, el derecho a morir, el poder cerrar los ojos, parar todos los órganos de nuestro cuerpo y devolvernos al espacio donde se encuentran los que han sido y los que están por venir.



Deberíamos poder tantas cosas...