domingo, 25 de agosto de 2013

Estar o no estar...


Lo que os voy a contar aunque parezca inversosimil me sucedió a mí.

Fue el último lunes del pasado mes de Julio cuando ayudado con la grúa me depositaron en la cama dispuesto a dormirme. A las 2 y media de la madrugada la máquina de respirar empezó a emitir pitidos y su pantalla se iluminaba indicando que no llegaba la corriente eléctrica, se alimentaba de su propia bateria. Mi esposa se despertó y viendo las indicaciones de la máquina se dirigió al cuadró eléctrico observando que los diferenciales estaban caidos y a cada intento de subirlos estos volvian a bajarse. Toda la vivienda estaba a oscuras ante esta situación llamó a nuestro hijo que estaba a unos 25 minutos de distancia.

Cuando llegó puso en marcha el generador por estrenar y que semanalmente arrancábamos compronbando su buen funcionamiento. Con el generador, la máquina volvía a alimentarse de corriente eléctrica. Llamamos al servicio de averías externo y nos comunicó que no habían detectado ningún fallo, por lo cual deducimos que se trataba de una avería interna de la vivienda.

Decidimos buscar a un electricista de urgencias a pesar de la hora que era. Llamamos al 11822 y nos facilitó el teléfono de una empresa que se dedicaba a estas emergencias. Al cabo de una hora llegó el operario confirmando que el fallo interno era difícil de localizar debido al horario intempestivo. Estábamos tranquilos pues el generador me suministraba la corriente. De pronto el generador se paró y dejó de funcionar, volvió la máquina a suministrarme de su propia batería cuya duración calculábamos alrededor de una hora y media a dos, pero ya había trabajado cerca de las dos horas. Empezó a pitar y antes de que se agotase decidimos cambiarla por una segunda que tenemos. Indicándole al operario que debía encontrar una solución antes de que esta nueva batería se agotase, disponiendo de unas 2 horas.

Cual fue nuestra sorpresa que a los 15 minutos se paró la máquina, tan sólo disponíamos del poco tiempo de vida que le quedaba a la primera máquina.

Vivimos en una casa individual con pocos vecinos al lado y la mayoría de vacaciones, podía ser una solución llevarme a casa de uno de ellos pero la calle debido a las obras de pavimentación estaba toda levantada y llena de surcos. Mi hijo decidió entonces pedir una ambulancia y el operario nos dijo que iba a hacer un puente tomando la electricidad directamente del exterior y que podía tardar unos diez minutos. Seguramente la ambulancia tardaría más.

Desconocíamos cuanto aguantaría las agotadas baterías. La suerte estaba echada.

La máquina de respirar emitía sus últimos pitidos indicando que su batería estaba agotada como si fuesen los últimos latidos de un corazón.

El operario trabajaba a marchas forzadas tratando de arreglar el fallo eléctrico. Yo pensé que podía ser el fin.

Algunas veces había pensado que en esta situación una persona se derrumbaría sufriendo una lucha interior queriendo gritar!! Quiero vivir!! En mi caso sentí una profunda serenidad como si estuviese en un mundo aislado lejos del que había que dejar. Mi mente estaba en este nuevo espacio, pedí perdón a Dios deseando me aceptase en su Reino. Fugazmente pensé en todo lo que dejaba especialmente en mi família y en mis seres queridos. Era como si me estuviera despidiendo de mi vida terrenal.

Esta serenidad se convirtió en una gran paz interior llena de felicidad.

No debemos tener miedo a la muerte pues las sensaciones que se sienten estan llenas de amor, de felicidad, de bondad, todo aquello que dificílmente recibimos o entregamos en nuestra vida terranal.

De repente como si de un rayo se tratase se iluminó toda la casa. Había vuelto a esta vida que en ningún momento quise abandonar.

Os quiero