martes, 16 de febrero de 2010

Recordar...

Que sabio es el cuerpo humano, cuando sus miembros tienen dificultades para moverse, cuando ya no puede realizar sus tareas cotidianas es entonces cuando con fuerza abre las puertas de la mente para recordar el pasado y proyectar el futuro. El futuro esta por llegar, el pasado es la suma de vivencias, alegres, tristes, según los acontecimientos.
El ritmo de vida diario, el trabajo, las prisas, la convivencia familiar, nos privan de ser totalmente felices, pensamos en lo que nos espera mañana que es lo mismo que ayer, que anteayer, días sin sabor a nada.
No nos acordamos de las promesas, de los proyectos que con ilusión un día pensamos compartir y se quedaron perdidos sin saber porque. Los matrimonios se separan, los hijos conviven en casas ajenas, compartiendo con hermanos encontrados con diferentes genes. Que triste final cuando un matrimonio dice adiós a sus promesas de amor, de convivencia, de ilusiones. Que fracaso, pero ninguno de los dos es capaz de vencer su amor propio, yo cedo tu cedes, su ego les impide empezar de nuevo y continuar juntos.
Cuando la enfermedad te va venciendo, cuando te priva de tu libertad y necesitas la ayuda de tus seres queridos, la respuesta es unánime, se acabaron las rencillas si las hubiera, todos responden al unísono, todos se ofrecen, que gran familia. Necesitas el cariño de ellos y lo encuentras.
Unes tus manos con las de tu esposa con la que has convivido, te miras con cariño a los ojos y los recuerdos de nuestra vida en común afluyen con ilusión. Recuerdas el primer encuentro, el primer beso, que nunca has olvidado, las primeras caricias, el amor que nos juramos cuando por primera vez unimos nuestros cuerpos, el nacimiento de nuestros hijos, las alegrías y las penas que la vida nos ha deparado. Posiblemente han habido tantos momentos de felicidad que te das cuenta que la vida ha sido generosa y lo ha sido porque cada uno de nosotros ha puesto su empeño en hacer feliz al otro. Importantes momentos para recordar.
No deberíamos esperar que una cruel enfermedad fuese el motivo de unirnos para recordar, deberíamos a menudo unir nuestras manos, mirarnos a los ojos y recordar los momentos felices de nuestras vidas en común y sellar con un beso, como si fuera el primero, el juramento de seguir amándonos.
Recordar es volver a empezar.