viernes, 19 de agosto de 2011

EL ULTIMO SEGUNDO

Recuerdo en mis tiempos de estudiante haber aprendido que el cerebro estaba dividido en dos partes.

Durante mis largas horas sentado en mi sillón y cuando no tengo la fortuna de recibir mis visitas habituales, afluyen mis pensamientos, mis sentimientos, mis recuerdos. En estos momentos no siempre mis dos partes cerebrales se ponen de acuerdo.

Me vino a mi mente como sería mi último segundo terrenal y el inicio del primer segundo espiritual.

Una parte de mi cerebro me dice que no debo preocuparme cuando se apague el último latido de mi corazón, no existe nada más que una eterna oscuridad, volviendo el polvo al polvo, quedando solo el recuerdo en las personas que me han conocido.

Mi otra parte me dice que el primer segundo vendrá acompañado de una gran luz con pequeños ángeles que nos recibirán con cánticos y alegría. Llegaremos a un nuevo espacio donde seremos recibidos por un departamento de recepción donde tomarán nota de nuestro nombre. Puede suceder que tengamos que esperar al día del juicio universal, o bien automáticamente nos enviarán al fuego eterno o nos elevarán al espacio terrenal.

No creo que nuestra presencia sea corporal, más bien como almas felices nos adrentaremos con nuestros padres, antepasados, hasta llegar a nuestros orígenes, Adan y Eva.

Espero poder cenar en la mesa con los doce apóstoles, conocer a Jesucristo, llegar a Dios para preguntarle por todos aquellos acontecimientos que nunca llegué a entender por mis limitados conocimientos.

Si bien tengo curiosidad por descifrar estos misterios, lo que si es cierto es que no tengo ninguna prisa en saber cual de las dos mitades es la verdadera