jueves, 17 de septiembre de 2009

En busca de la felicidad...

La felicidad es un sentimiento al que todo ser tiene derecho, algunas veces la disfrutamos sin haberla buscado, nos llega de la misma manera que el sol nos acaricia en un día despejado y nos priva en un día nublado, sin poder escoger. Encontramos personas de piel bronceada, felices, la vida ha sido generosa con ellos y las hay con el semblante pálido, sonrisa triste, maltratados por la vida.
Hoy es un día soleado con algunas nubes que nos privan a intervalos del placer de los rayos del sol. Estoy sentado en plena montaña, no con un cubata en la mano sino con un envase de plástico, puedo leer en el, complemento proteínico de 300 calorías. Debo tomar dos al día pues ultimamente perdía peso y debo compensarlo, lo cierto es que he recuperado los dos kilos perdidos, todo por culpa de doña ela.
Ante mi disfruto del paisaje de multitud de pinos verdes, cientos, miles, entre ellos se divisan las casas de mis vecinos como duendes aparecidos tras el huracán que arrancó de sus raíces un número considerable de árboles.
Abstraído por el paisaje no dejo de pensar en la felicidad y me viene a mi mente una pregunta, ¿ realmente soy feliz, lo he sido durante mi vida ?.
Como si cayera en un sueño profundo voy rebobinando mi vida. Frente a mi un montón de folios dispuestos a anotar en cada uno de ellos un recuerdo feliz y también aquellos que fueron desagradables. Uno tras otro van impactando en mi mente los recuerdos vividos que voy escribiendo en cada página. No recuerdo cuanto tiempo ha transcurrido pero finalmente despierto de mi letargo y veo ante mi varias hojas escritas, hago dos montones, uno con los recuerdos felices y otros con los infelices. Afortunadamente pesan más los felices en cuanto a número de vivencias aunque doña ela es un peso pesado que convive diariamente conmigo. Para ser totalmente feliz debo destruir los momentos desagradables que he vivido y quedarme con los felices excepto la página donde aparece la ela, tengo que odiarla a diario para enfrentarme a ella, luchar para seguir viviendo dignamente, aunque cada día me lo pone más difícil, se que me ganarás pero te plantaré cara.
Voy a una mesita situada debajo de uno de mis cuadros, el último que he pintado, más de veinte decoran mi casa, noto que cada día se me hace más difícil pintar, estoy llegando al final de mis posibilidades. Del cajón de la mesita busco un encendedor, lo acerco al montón de hojas con recuerdos infelices, separo y me quedo con la ela. Les doy un último repaso borrando de mi mente sus contenidos. Los ignoro, todos mis recuerdos rebosan ahora felicidad, excepto el de mi enemigo público número uno. Enciendo el encendedor, prendo su llama hacia mis recuerdos olvidados que se retuercen por el fuego hasta transformarse en el color gris de las cenizas que se elevan hacia el cielo llevándose mis malos recuerdos.
Cada día leo una hoja de mi pasado feliz y cada día me enfrento a doña ela, no me olvido de mi enemigo. Desde hoy rechazo la tristeza, busco la amistad, la alegría, la sonrisa.
Se que los que me quieren tambien sufren y quiero que sean felices, para conseguirlo debo empezar por mi mismo.
¡ Viva la felicidad !