sábado, 23 de marzo de 2013

Los sueños...


Hace un día magnífico, lo rayos del sol penetran por la ventana como los pinceles de los artistas iluminando las paredes de la habitación.
Como todos los días el cuidador me ha beneficiado con los ejercicios físicos. Una vez vestido y desayunado la grúa me transporta al comedor. Veo el sillón fantástico y a su lado mi silla de ruedas eléctrica. Me siento en ella y una vez acomodado compruebo todos sus mandos, el acelerador, los intermitentes, sus focos delanteros y por supuesto compruebo que las ruedas esten hinchadas.
De pronto en la calle suena la bocina de un coche adaptado. Una vez colocado el cinturón de seguridad me deslizo por la  rampa hasta llegar a la plataforma que me introduce dentro del vehículo. Una vez dentro ponen freno a las ruedas para evitar su deslizamiento. En el suelo dejo una mochila con la máquina de respirar. Teniendo en cuenta que sus baterías tienen una carga de menos de 3 horas conectamos un cable al enchufe del coche. Con la máscara acoplada a mi cara el coche se pone en marcha sentándose junto a mi el lazarillo que en todo momento está pendiente de mis movimientos.
El coche recorre calles que yo anteriormente las hice durante muchos años. Llegamos a su destino, debido a su dificultad para aparcar me aprovecho del cartelito de minusválido. Estoy en Barcelona al principio de sus famosas Ramblas. Con mi lazarillo al lado aprieto el acelerador, se pone en marcha la silla observando los centenarios árboles que acompañan todo el paseo. A ambos lados y en direcciones opuestas observamos el ir y venir de vehículos de todos los colores.
Frente a mi la célebre fuente de Canaletes, típico por el dicho de que si bebes de su agua volverás a esta ciudad. Es mi deseo volver y para ello con un vaso en sus manos acompañados de una pajita mi lazarillo me ofrece agua.
A ambos lados del paseo vemos varios bancos de madera para que la gente pueda descansar. Unos metros más allá empiezo a ver las divertidas estatuas vivientes cuyas estáticas figuras son objeto de fotografías por parte de los turistas procedentes de todo el mundo. A sus pies un bote de hojalata esperando la gratificación de las personas que las admiran. Más de un turista me identifica como una figura más sacádome sus fotos para el recuerdo. Frente a mí aparecen los diversos kioskos de flores de todos los colores que embellecen aún más el paseo. Alguno de ellos se dedican a la venta de todo tipo de pájaros exóticos que con sus cánticos nos alegran nuestros oidos. También hay quien se dedica a la venta de pequeños roedores y algún tipo de reptil, los niños los ven con cierto reparo. Merece la atención el kiosko que ofrece periódicos de todo el mundo, revistas y libros que ofrecen las mejores vistas y monumentos de la ciudad, especialmente las láminas de la Basílica de la Sagrada Família. Más abajo a mano izquierda veo un rótulo,"El Gato Negro", con largas colas de gente que busca la suerte de la lotería nacional. Unos metros más adelante a mano derecha, puedo ver el antiguo mercado de "La Boquería", parada obligatoria de todos los turistas para recorrer las calles de su interior adornadas con diversas paradas de todo tipo de especialidades, pescaderías, carnicerías, haciendo parada obligada frente a las fruterías que nos impresionan con la variedad de todo tipo de frutos y verduras, destacando la diversidad de frutas tropicales. Dejamos el mercado y a mano izquierda veo una corta pero ancha calle que nos lleva a la "Plaza Real", encantada por altas palmeras que observan edificios antiguos en los cuales han vivido importantes personajes de literatura y famosos pintores. Un poco más abajo y a mano derecha veo el gran Teatro del Liceo, en él han cantado las grandes voces de la lírica mundial. Hará cerca de 30 años sufrió un devastador incendio que lo destruyó en su totalidad, afortunadamente se ha reconstruido tal como se inaguró. Siguiendo mi recorrido entramos en un espacio lleno de mesas y sillas correspondientes a varios bares y restaurante situados en las aceras del paseo. Sentados veo especialmente a los turistas bebiéndose grandes jarras de cervezas, algunos de ellos saboreando las exquisitas comidas mediterráneas, especialmente la famosa paella. Casi llegando al final de la Rambla veo las exposiciones en la que diversos pintores nos ofrecen sus cuadros, algunos de ellos nos dibujan nuestras caricaturas que ofrecen con agrado a los ciudadanos que la han solicitado. A escasos metros del final y a mano izquierda encontramos el Museo de Cera con los personajes estáticos de más relevancia del país. Finalmente veo un magnífico monumento en cuya base lo protegen varios leones de hierro. En el centro una enorme columna sostiene la estatua de Cristobal Colon, descubridor de las Américas. Con su brazo derecho y su dedo índice no señala el lugar del nuevo continente. Por el interior de la columna un estrecho ascensor nos sitúa a los pies del descubridor, pudiendo observar una vista magnífica de la ciudad. A los pies del monumento tenemos el puerto de la ciudad, y puedo ver y visitar una carabela cuya reproducción es idéntica a las que surcaron los mares en busca del nuevo continente. En este puerto Colón desembarcó en su viaje de vuelta con los regalos que ofreció a los Reyes Católicos como prueba de su heroicidad. Fue recibido en el castillo palacio de los Reyes.
De pronto suena el teléfono, se despierta mi sueño dormido y vuelvo a la realidad. Como todos los días estoy sentado en mi sofá frente a la ventana viendo mi limonero con sus verdes hojas y sus limones amarillos.
Ya lo dijo el poeta, "los sueños, sueños son". No permitáis que los vuestres se queden en un intento. Los sueños al cumplirse nos hacen mucho más felices. Mis sueños se han quedado truncados por mi enfermedad, no deseo que os pase a vosotros, por eso os digo cumplid vuestros sueños.

Os quiero