jueves, 5 de junio de 2008

El cochecito...

Es un viernes de primavera, apetece salir a pasear con mi nieto, su abuela y yo andamos orgullosos mostrando al mundo nuestro primer nieto. Está sentado en su cochecito manifestando su fortaleza, mueve los brazos jugando con los muñecos pagados a la barra protectora, tira fuerte de ellos, suerte que estan bien cogidos. Sus piernas juguetonas se mueven como si quisieran dar pelotazos, es todo vitalidad. De repente se para, se gira mirándome con sus ojos azules y me envia una sonrisa tierna y dulce de felicidad. Solo los bebés sonrien de esta forma , no tienen maldad, no la conocen aun, tienen toda una vida por delante. Me siento feliz de empujar su cochecito.
De frente se acerca otro cochecito, también tiene cuatro ruedas, lo empuja un chico joven, casi un niño, sentado un hombre mayor de pelo canoso, debe de ser su abuelo, sus manos inmóviles, superpuestas, quietas, sin movimiento. Sus piernas inertes con las rodillas pegadas para no caerse del peldaño que las aguantaba. Sonreía, era feliz, su nieto le empujaba y guiaba el cochecito de la misma forma que él lo había hecho años atrás. El abuelo quiere girar la cabeza y enviarle una sonrisa, pero no puede, su cuerpo enfermo no se lo permite, pero sabe que su nieto percibe esta sonrisa escondida.
Nos cruzamos con los dos cochecitos, mi nieto no me mira pero yo le digo silenciosamente, chaval hoy por tí mañana por mí.
Que bonito verte crecer, por tí y por mí....

1 comentario:

jc dijo...

Amic:
Leo con respeto y empatía tus artículos. En ellos se respira una gran sensibilidad y fuerza. A veces, las situaciones difíciles que nos plantea la vida nos hace crecer y al mismo tiempo nos sensibiliza para mirar todo de otra forma: "hemos cambiado de gafas y de color". Nunca mejor dicho aquello ... del hombre y sus circunstancias... Me solidarizo contigo y tienes todo mi respeto y cariño.